La dulzura del conocimiento

Cuando comprendemos que el conocimiento de la Instrucción de Dios, es la clave para elevarnos y estar con Él, nuestra mente y corazón estarán dispuestos al aprendizaje de la sabiduría eterna. Esta sabiduría es la que solo proviene del estudio, dedicación y constancia al profundizar Su Palabra y hacernos un hábito, pero no como rutina u obligación, sino que, en la búsqueda de disfrutar de Su presencia, que se percibe al internarnos más y más en el conocimiento de lo espiritual.

En la constancia en la búsqueda de este conocimiento, es que percibiremos cuán dulce es a nuestra boca su enseñanza y encontraremos recompensa, no solo para nuestro espíritu, sino que también se beneficiará nuestra parte física, emocional e intelectual.

No existe un bien mayor, no hay una sabiduría que entregue más beneficios a nuestra vida, que el conocimiento de Dios.  No hallaremos en nada más, ese alimento que satisfaga completamente a nuestra alma, pues solo en el conocimiento está nuestra esperanza y recompensa, porque solo en Dios nuestro presente y futuro se fortalece.

Entonces, ¿qué pide el Eterno, nuestro Dios, de nosotros?, como está escrito, solamente debemos temer a Dios y guardar sus mandamientos (Eclesiastés 12:13), ya que solo así podremos demostrar que amamos a Dios diariamente (Deuteronomio 11:1).

Esforcémonos en aprender día a día de Su palabra y así fortalecer y estrechar nuestra relación con Dios, para disfrutar constantemente en su presencia, buscando tener pensamientos, palabras y acciones de bondad y justicia.

 Que Dios nos bendiga y que podamos construir paz diariamente.